lunes, 3 de mayo de 2021

Vuelve a la simplicidad - Joseph Prince


Vuelve a la simplicidad

Pero me temo que de alguna manera, como la serpiente engañó a Eva con su astucia, sus mentes se corrompan de la sencillez que hay en Cristo.
2 Corintios 11: 3

Hace varios años, el Señor comenzó a hablarme sobre la sanidad de una manera muy fuerte. Me llevó a leer un versículo que creo que expresa claramente Su voluntad para con nosotros. Fue escrito por el discípulo a quien Jesús amaba, el discípulo que fue testigo ocular mientras Jesús iba sanando a todos los que acudían a Él, el discípulo que se apoyaba en el pecho de Jesús y conocía el latido del corazón de Su amor:

Amado, oro para que puedas prosperar en todas las cosas y gozar de salud, así como prospera tu alma.
—3 Juan 1: 2

Lo que quiero que vean es esto: Juan le estaba escribiendo al bienamado Gayo, un creyente. Juan sabía que el alma de Gayo ya estaba prosperando.

Si ha invitado a Jesús a tu corazón para que sea tu Señor y Salvador, entonces has recibido el regalo de la vida eterna y puede tener plena seguridad de que el cielo es su hogar (Rom. 10: 9–11). Independientemente de los desafíos que puedas enfrentar en el exterior, su alma, que es eterna, ha comenzado a prosperar.

Pero a Juan no le bastaba con saber que el alma de Gayo estaba prosperando. Juan oró para que Gayo también "prosperara en todas las cosas y tuviera salud". En otras palabras, puedes orar para que tu cuerpo físico exterior esté sano, incluso cuando tu alma está sana en Cristo.

Puede estar seguro de que la voluntad de Dios es que esté sano porque Su Palabra lo declara. Dado que Su voluntad es que tú estés "sano", no siga la tradición humana o la opinión del hombre que dice que a veces es Su voluntad que estés enfermo.

No dejes que las conjeturas y teorías de los hombres te hagan creer la mentira de que tal vez Dios quiere que soportes la enfermedad en tu cuerpo para que puedas aprender a confiar más en Él o crecer en paciencia. Por lo que Jesús hizo en el Calvario, podemos estar seguros de que la enfermedad nunca viene de Dios. ¡La curación lo es!

Regrese a la simplicidad de declarar como un niño: "Jesús me ama, esto lo sé, porque la Biblia me lo dice". De la misma manera, ¿cómo sé que Jesús quiere que caminemos en Su salud y plenitud? Porque la Biblia me lo dice.

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