TIENES JUSTICIA DE PRIMERA CLASE
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 Corintios 5:21
Algunos cristianos creen que deben esforzarse por ser más justos. Y se patean a ellos mismos cuando hacen mal. No se dan cuenta de que al hacer estas cosas, no buscan la justicia de Dios, sino que tratan de establecer su propia justicia mediante el cumplimiento de la ley y la conducta correcta.
La justicia no se trata de una conducta correcta. Es un regalo de Dios para nosotros a través de Jesús. Y dado que es un regalo, no podemos ganarlo por nuestro cumplimiento de la ley y nuestra conducta correcta. ¡Solo podemos recibirlo!
¿Cómo recibimos este regalo? Lo recibimos a través de la cruz. Dios hizo a Jesús “que no conoció pecado, por nosotros se hizo pecado, para que seamos justicia de Dios en él”. Así que hoy, somos la justicia de Dios en Cristo. ¡Somos tan justos como Jesús!
Pero algunos de nosotros pensamos que en el cuerpo de Cristo hay diferentes clases de justicia, como las clases de asientos en un avión. Piensan que algunos de nosotros tenemos justicia de clase económica, otros tenemos justicia de clase empresarial y unos pocos elegidos tienen justicia de primera clase.
¡Eso es una tontería! Cuando Dios nos dio a Jesús, se convirtió en nuestra justicia. Entonces tenemos Su justicia. ¡Esto significa que somos 100% justos a los ojos de Dios! ¡No podemos dejar de tener justicia de primera clase!
Podría decir: "Pastor Prince, no lo entiendo. ¿Cómo puedo ser justo cuando he hecho mal?" Piense en esto: Jesús, que no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros. Jesús no conoció pecado, no pecó y en Él no hubo pecado. Pero en la cruz, recibió nuestro pecado y se hizo pecado por nosotros.
Asimismo, nosotros, que éramos pecadores, no conocimos la justicia, no hicimos justicia y en nosotros no había justicia. Pero en la cruz, recibimos Su justicia y llegamos a ser la justicia de Dios en Cristo Jesús.
En la cruz tuvo lugar el intercambio divino. Jesús tomó nuestro lugar para que pudiéramos tomar Su lugar. Él no merecía ser hecho pecado, pero fue hecho pecado en nuestro lugar. No merecíamos ser justificados, pero fuimos hechos justos porque recibimos Su justicia. ¡Qué buena noticia! ¡Qué gracia asombrosa!
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